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Rawlinson

Rawlinson va a finalizar la obra de Grotefend, al que no conoció, pero de cuyos estudios se enteró, cuando él ya había recorrido casi la totalidad del camino del descifrado.

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 © Copyright  Fernando Conde Torrens

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……….Su nombre completo era Henry Creswicke Rawlinson, nacido en Oxfordshire en 1.810, de corpulenta estatura, con gran facilidad para el latín y el griego desde la escuela, y gran atleta. A los 16 años consigue un cargo en la Compañía de las Indias Orientales y se embarca para la India en 1.827. Quiere el azar que en el barco haga amistad con el recién nombrado gobernador de Bombay, distinguido orientalista, quien siembra en el animoso Rawlinson la afición a los temas persas. Llegado a destino, se dedica a estudiar el árabe, el indostánico y el persa. Ello hace que 7 años más tarde se le elija como consejero militar del hermano del Shah. 

……….Cuando en 1.835 pasa por Hamadan, camino de su destino, se entera de las inscripciones de la zona y las copia. Falta un año para que Burnouf las publique, en 1.836, como vimos ayer. Al no ser un experto en el tema persa, Rawlinson desconocía la obra de Grotefend, aunque sabía que se habían identificado los nombres de tres monarcas persas, sin mayores detalles.

……….Con la inscripción de Hamadan Rawlinson repitió el razonamiento que había hecho Grotefend 30 años antes, cuando observó que aparecían dos grupos de signos que se repetían de manera idéntica en dos de las inscripciones. Dedujo que eran tres nombres propios y que correspondían a tres generaciones de reyes aqueménidas y los autores de las inscripciones eran padre e hijo. Su conocimiento de la historia persa le permitió acertar con los nombres a la primera intentona. Con ello, descifró los significados de 13 signos, a los que dio valores alfabéticos.

Cuando llegaba a su destino, se enteró de la existencia de la gran inscripción de Behistun, ya reproducida con anterioridad. Estaba convencido de que la inscripción de Hamadan no tenía ningún otro nombre propio y no podría obtener nada más de ella. Recordó entonces que, según narra Herodoto, Jerjes había declarado en una solemne ocasión que era hijo de Darío, el hijo de Hystaspes, hijo de Arsames, hijo de Ariaramnes, hijo de Teispes, hijo de Ciro, hijo de Cambises, hijo de Teispes, hijo de Aquemenes, de quien venía a la dinastía el nombre de aqueménida. Pensó que tal vez en aquella grandiosa inscripción que le comentaban podría haber más nombres de monarcas persas.

Vio de lejos la inscripción, a 90 m. de altura sobre el llano. Escaló la roca y ya al pie del monumento comprobó que medía unos 50 metros de largo por 30 de altura. A lo largo de la base corría una cornisa que facilitaba las cosas. Rawlinson se centró en la inscripción central, en persa. De inmediato comenzó a copiar el texto. Completarlo le llevaría todo el tiempo libro que pudo dedicar al tema, varios meses. Ayudándose de los signos hallados con la anterior inscripción, se encontró con nombres de los que ya conocía varias letras. Por ejemplo,

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que dedujo era el Arsames griego. De ese modo ya conocía la letra M. Se repetía la situación con otro nombre

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que dedujo sería el griego Ariaramnes. Ello le daba la letra N. A modo de comprobación, un nombre con todas las letras conocidas.

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Que era sin duda Persia. La misma situación con

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Rawlinson

que dedujo sería el griego AQUEMÉNIDA. Otro grupo de signos todos conocidos menos uno

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Rawlinson

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tenía que ser Teispes. Con estos cinco nombres subieron a 18 los signos identificados. A finales de ese año de 1.835 Rawlinson se hizo con la obra de Grotefend y St. Martín, y comprendió que no tenían nada que enseñarle, pues sabía tanto o más que ellos. A partir de este momento, Rawlinson fue identificando un nombre tras otro, ya que en la inscripción se encontraban abundantes nombres de regiones del Imperio. A mediados de 1.837 tenía trascrito la mitad de la inscripción y traducido el primer párrafo, amén de gran cantidad de signos. Con todo ello, envió un Informe a la Royal Asiatic Society de Londres, reclamando el título de descifrador de la escritura cuneiforme del persa antiguo.

El Informe se recibió comenzado ya 1.838. Los miembros de la misma se encontraron con el problema de valorar la aportación. Su Secretario envió una copia a París, donde provocó enorme interés. Rawlinson fue nombrado Miembro Honorario de la Sociedad Asiática Francesa. Entró en contacto con Lassen, Burnouf y otros investigadores europeos. No obstante, su pretensión no fue atendida y no obtuvo el reconocimiento de la prioridad en el descifrado. De los 4 signos que quedaban por descubrir, Rawlinson logró descifrar dos en 1.838, compartió otro con un clérigo irlandés en 1.846, año en que otro investigador descubrió el que faltaba.

Y con ello finalizó la hazaña que se había estimado imposible, el cuneiforme persa había sido descifrado.

Espero que el lector no se halla aburrido con tanto nombre y tanto signo. Ahora nos quedan las conclusiones. Estruje el lector su cerebelo y a ver si mañana coincidimos en algunas.

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Siguiente artículo: Conclusiones.

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «Año 303. Inventan el Cristianismo», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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