Carcassonne y su ocaso
© Copyright Fernando Conde Torrens
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Con todas estas obras – que el rey hiciera en vida
quedó la ciudad nuestra – más que fortalecida
y en una ocasión sólo – por otros fue vencida.
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De puertas para adentro – no tuvo muy lucida
actuación, tomando – a persona valida.
Felipe, a su barbero, – quien de forma indebida
se hizo rico muy pronto. – No desapercibida
paso tal circunstancia – y al fin fue suspendida
la persona valida – de una viga podrida,
acto al que acudió toda – la aristocracia unida.
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Y es que este rey Felipe – mantuvo una atrevida
política exterior. – A Foix hizo una salida
en el setenta y dos. – Luego hizo otra, fallida,
en favor del sobrino – al que le era debida
corona castellana. – Y al final de su vida
sucedió que a un pariente – le fuera sustraída
la corona de un reino – por jugada sufrida
del vecino Aragón. – La Corte reunida
en sesión más que urgente – resolvió decidida
que a Nápoles sería – la primera salida
a allende las fronteras. – Una fuerza aguerrida
acompañó a su rey – de flota abastecida,
mas con tan mala suerte – que la flota fue hundida
por perversa tormenta. – Tierra desconocida,
los arroyos extraños, – la mala agua bebida
provocó fatal peste, – que fuera contraída
por el rey, quien no pudo – completar su venida.
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Al igual que su padre, – que murió al guerrear
fuera de sus fronteras, – Felipe va a acabar
en Perpignan muriendo – por querer atacar
a don Pedro III, – el que mandara echar
a Carlos, el de Anjou, – de Nápoles. Pensar
sin más quizás podemos – que siempre han de luchar
vecinos que ambicionan – sobre un puerto reinar,
colocar en un trono – al propio familiar
o que ven el momento – de un puñetazo dar
encima de la mesa – y con él asustar
al débil rey vecino. – El tiempo va a pasar,
Carcassonne sigue siendo – un sólido pilar
que defiende la Francia – del torvo maniobrar
del rey aragonés. – Pero va a declinar
la feudal disciplina – y mucho va a costar
encontrar caballeros – a los que confiar
custodia de las torres. – Hay pues que contratar
a soldados a sueldo, – que se suelen casar
con mozas de la zona – y con ellas fundar
una familia propia – y en la ciudad quedar.
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Camino de ronda del castillo cubierto por el techo de aspilleras
(Fuente: Carcassonne y los castillos cátaros. Casa Editrice Bonechi. Florence, 2.004.)
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En torno al 1.500 – será la artillería
el arma que a las máquinas – de guerra eclipsaría.
Cañones y lombardas – de bronce fundiría
todo rey que quisiera – mantener dinastía.
Las murallas antiguas – no tenían valía,
que una hilera de piedras – resistir no podía
la potencia del fuego – que un cañón producía.
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Defensas exteriores del Castillo llamadas «el Grand Châtelet»
(Fuente: Carcassonne y los castillos cátaros. Casa Editrice Bonechi. Florence, 2.004.)
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Nació la ciudadela. – Por defensa tenía
una doble muralla; – entre ambas se metía
varios metros de piedras – que la cal viva unía.
Así que Carcassonne – perdió su hegemonía
y se quedó obsoleta, – no obstante, aún servía
como ojo que vigila – el Sur, el Mediodía.
Siglo y medio más tarde – allá en Fuenterrabía
entre Francia y España – la paz se firmaría,
y el Rosellón de Francia – para siempre sería.
Con ello Carcassonne – menos valor tenía.
Como Francia ascendiera, – España descendía
en potencia guerrera – en la europea vía;
en valor militar – Carcassonne tal hacía.
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Calle y casas de Carcassonne
(Fuente: Colección propia)
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Decimos Carcassonne, – pero decimos mal,
Ciudad y Ciudad Nueva – no llevan vida igual.
La segunda prospera – de modo poco usual
y en producción de telas – es ciudad principal
entre las que hay en Francia – en tiempo medieval.
En la ciudad hay fábricas – y en el medio rural
cada cual hace alguna – operación parcial
como lavar, cardar – o el paquete final,
el fardo que se llama, – con destino al local
mercado o a mandarlo – al mercado oriental,
Chipre, Beirut, Alepo, – y hasta el lago Baikal.
Se suministran telas – a la Casa Real,
lo que implica un control – de calidad total.
Generando riqueza – de modo tan global
la Ciudad Nueva crece, – se hace monumental,
y en ella se hace un nuevo – Palacio Episcopal
y una fuente a Neptuno – con un bello brocal,
y más de un nuevo rico – con rico material
se construye palacio – de aspecto original.
La vida es agradable – y es alta la moral.
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La cosa sigue igual – en el siglo siguiente,
también en el dieciocho, – con gozo de la gente.
Mas la Revolución – inicia la pendiente,
pues Francia queda aislada – y nada sale a Oriente.
Colapsado el mercado, – se vende el existente
producto a bajo precio. – El paro es ya creciente
y el granjero cultiva – la huerta solamente,
y lo mismo sucede – en la casa de enfrente.
Habituados a un lujo – que ya no es del presente,
todo queda apagado – y el pueblo se resiente.
En estas circunstancias – más vale ser teniente
o sargento, o soldado – con sueldo permanente,
aunque éste fuera bajo, – que ser un indigente
que trabaja a lo sumo – de modo intermitente.
La Restauración trajo – cierto mejor ambiente,
se abrieron los mercado – pero ligeramente,
la competencia inglesa – se notó fuertemente
y el fabricante galo – se volvió reticente
a invertir en telares, – juzgando conveniente
invertir en viñedos – y hacer vino corriente.
Dos torres de Carcassonne antes de su restauración.
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La antigua Carcassonne, antes de la restauración
(Fuente: Carcassonne. Historia y Arquitectura.Jean-Pierre Panouillé. Éditions Ouest-France, 1.999.)
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Así que la Ciudad – siguió su decadencia,
con media población – sumida en la indigencia;
sólo pocas familias – viven en la opulencia
y a los más sólo queda – sufrir de la inclemencia
del tiempo y la fortuna – y huir de la demencia.
Los revolucionarios – cometen la imprudencia
de quemar los archivos – que con tanta paciencia
diez siglos han formado – de cultura y de ciencia.
Las torres se destechan, – con total anuencia
la gente toma piedras – sin ninguna prudencia
y se hace una casucha – donde no es su incumbencia,
y en medio del palenque – fija su residencia.
Ni las autoridades – demuestran competencia:
La Ciudad consideran – sin mucha inteligencia
recuerdo de una época – vista con displicencia.
y le dan la importancia – de media flatulencia.
Si tamaña postura – mantiene permanencia
hasta el tiempo presente – no hay humana potencia
que Carcassonne reviva. – Pero habrá resistencia
entre ciertas personas – de bastante ascendencia.
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Una calle de Carcassonne
(Fuente: Colección propia)
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Siguiente artículo: Viollet-Le-Duc y Carcassonne.
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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén», «Año 303. Inventan el Cristianismo», «La Salud» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En https://sofiaoriginals.com expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.
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Carcassonne y su ocaso Carcassonne y su ocaso Carcassonne y su ocaso Carcassonne y su ocaso Carcassonne y su ocaso Carcassonne y su ocaso
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