Escuela virtual de Sabiduría de Pamplona.

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Quién manda

Hasta hace no mucho teníamos en esta casa la idea de que el predominio ancestral del macho en este planeta se debía a una doble circunstancia. Por un lado tenía más fuerza que la hembra y la fuerza era el poder dominante, lo que empleaban los fuertes para someter a los débiles, fueran hombres o mujeres. Y en el ámbito familiar, de la tribu, del clan, el macho era el que traía la comida tras la cacería, a la que sólo iban los machos adultos. La supervivencia dependía de él. A nivel micro y a nivel macro, los machos tenían motivos para su supremacía. Así pasaron muchísimos siglos, casi todos. Todavía viven en el planeta personas que han seguido durante toda su vida el viejo paradigma de Quién manda.

Indudablemente, el macho ha abusado de su posición, arrinconando a la hembra de la vida política, ideológica, cultural y económica. Pero sólo muy recientemente – como quien dice ayer – a ese abuso ha empezado a llamársele “machismo”.

La razón que esgrimían los contrarios a que la mujer votara en las elecciones era su marcado carácter emocional. Ver las “razones” de un  diputado republicano español para negar el voto a las mujeres: “La mujer es toda pasión, toda figura de emoción, es todo sensibilidad; no es, en cambio, reflexión, no es espíritu crítico, no es ponderación …” Es decir, las características de las personas sentimentales que estamos analizando últimamente. Felizmente, la sensatez se ha impuesto y las naciones han ido reconociendo a la mujer su derecho a participar en la vida pública en igualdad de condiciones que el varón.

En Europa, las primeras en poder votar fueron las finlandesas (1.907), seguidas de las noruegas (1.913) y las suecas (1.921). En nuestro país, la República dio el voto a las mujeres en 1.931. Luego Franco se lo quitó a hombres y  mujeres durante su mandato, salvo para algún referéndum de aclamación en 1.966. La Transición restableció la situación igualitaria en 1.976. Irlanda, en 1.918. Los Países Bajos lo hicieron en 1.919. Portugal, como nosotros, en 1.931. Francia lo hizo en 1.944, con la liberación. Italia, en 1.946, tras la Segunda Guerra Mundial. Suiza, sorprendentemente, en 1.970.

En América, Canadá fue el líder, legislando el sufragio universal en 1.917. Estados Unidos, en 1.920. Uruguay, en 1.927. Argentina, en 1.947, celebrándose las primeras elecciones en 1.951. No me resisto a aprovechar la ocasión para resaltar que a “Estados Unidos” hay que llamarlos “Estados Unidos”, y no “América”. Y a sus habitantes, “estadounidenses” y no “americanos”. Americanos son todos los nacidos en ese continente. La imagen peliculera del estadounidense gritando “¡¡No disparen, soy americano!!” es una usurpación y una demostración de la ignorancia del guionista.

De modo que el macho ha mandado hasta épocas muy recientes, que no pocos hemos vivido. Y si a nivel macro, la situación parece igualarse, ¿qué sucede a nivel micro, en el hogar?

¿Quién sería bueno que mandara? Para el bien general de sus moradores, el más evolucionado. Si así fuera, el ambiente del hogar lo impondría el más ecuánime, el más ponderado, el más tolerante, el más comprensivo, el no posesivo, el más optimista … Y ése sería al “aire” que respirarían los hijos desde su niñez. Y les impregnaría, permitiéndoles sacar sus mejores facetas individuales.

Pero despertemos … no es así. En el hogar se impone desde el principio el mental. Por las características que  ya hemos descrito. Y el sentimental adopta el papel de cónyuge “sometido”. Como en la sociedad anterior al siglo XX, en el hogar predomina el “mentalismo”, que toma, usualmente, la forma de machismo.

La forma de corregir esta situación, lo hemos de ver, es una lenta progresión hacia la Evolución. Marcha que costará generaciones.

Centrémonos hoy en el hogar universal occidental (el que nos atrevemos a analizar). En el que, mayoritariamente, predomina y domina el macho, el mental. Puede darse el caso de que un varón sentimental se una a una hembra mental. En tal caso, no demasiado frecuente, en ese hogar mandará ella. Como los polos de igual signo se repelen y los de distinto signo se atraen, no hay datos de casos en que los dos tengan la misma idiosincrasia.

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Sería ideal que el más evolucionado fuera el mental. Estaríamos entonces en el caso ya descrito. No hay más que decir. Pero la realidad suele ser muy otra y el mental, él,  puede ser mucho menos evolucionado que el sentimental, ella. En ese frecuente caso … los papeles están cambiados. La que debería establecer el ambiente del hogar no tiene fuerza para hacerlo. Y lo hace el menos apropiado, el más posesivo, el más violento, el menos comprensivo. Y es él quien marca la manera en que los hijos serán educados, graba los clichés que recibirán cuando no tienen forma de defenderse de las deformaciones que se les marcarán, impone las decisiones de la casa … Es una pena.   

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……….Fernando Conde Torrens es autor de «Simón, opera magna», «El Grupo de Jerusalén»,  «La Salud», recientemente «Año 303. Inventan el Cristianismo» y una serie de artículos sobre el mundo de las ideas. En  https://sofiaoriginals.com/ expone los resultados de sus investigaciones sobre la eterna búsqueda del ser humano.

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